Me es muy grato haceme eco de un artículo muy interesante, escrito por Vicenç
Navarro, catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra y
profesor de Public Policy en The Johns Hopkins University que ahonda en las
razones por las que determinadas informaciones no aparecen en los medios de
comunicación.
Espero que lo disfrutéis.
"LA BANCA, EL FRAUDE FISCAL Y EL NEW YORK TIMES
Vicenç Navarro
2013
Catedrático
de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra y Profesor de Public
Policy. The Johns Hopkins University.
"El New York Times
ha ido publicando una serie de artículos sobre Emilio Botín, presentado por tal
rotativo como el banquero más influyente de España, y presidente del Banco de
Santander, que tienen inversiones financieras de gran peso en Brasil, en Gran
Bretaña y en Estados Unidos, además de en España. En EE.UU. el Banco de
Santander es propietario de Sovereign Bank.
Lo que le interesa al rotativo estadounidense no es, sin embargo, el
comportamiento bancario del Santander, sino el de su presidente y el de su
familia, así como su enorme influencia política y mediática en España. Un
indicador de esto último es que ninguno de los cinco rotativos más importantes
del país ha citado o hecho comentarios sobre esta serie de artículos en el
diario más influyente de EE.UU. y uno de los más influyentes del mundo.
Una discusión importante de tales artículos es el ocultamiento por parte de
Emilio Botín y de su familia de unas cuentas secretas establecidas desde la
Guerra Civil en la banca suiza HSBC. Por lo visto, en las cuentas de tal banco
había 2.000 millones de euros que nunca se habían declarado a las autoridades
tributarias del Estado español. Pero, un empleado de tal banco suizo,
despechado por el maltrato recibido por tal banco, decidió publicar los nombres
de las personas que depositaban su dinero en dicha banca suiza, sin nunca
declararlo en sus propios países. Entre ellos había nada menos que 569
españoles, incluyendo a Emilio Botín y
su familia, con grandes nombres de la vida política y empresarial: José María
Aznar; Dolores de Cospedal; Rodrigo Rato; Narcís Serra; Eduardo Zaplana; Miguel
Boyer; José Folgado; Carlos Solchaga; Josep Piqué; Rafael Arias-Salgado; Pío
Cabanillas; Isabel Tocino; Jordi Sevilla; Josu Jon Imaz; José María Michavila;
Juan Miguel Villar Mir; Anna Birulés; Abel Matutes; Julián García Vargas; Ángel
Acebes; Eduardo Serra; Marcelino Oreja...). Según el New York Times, esta práctica es muy
común entre las grandes familias, las grandes empresas y la gran banca. El
fraude fiscal en estos sectores es enorme. Según la propia Agencia Tributaria
española, el 74% del fraude fiscal se centra en estos grupos, con un total de
44.000 millones de euros que el Estado español (incluido el central y los
autonómicos) no ingresa. Esta cantidad, por cierto, casi alcanza la cifra del
déficit de gasto público social de España respecto la media de la UE-15 (66.000
millones de euros), es decir, el gasto que España debería gastarse en su Estado
del Bienestar (sanidad, educación, escuelas de infancia, servicios a personas
con dependencia, y otros) por el nivel de desarrollo económico que tiene y que
no se gasta porque el Estado no recoge tales fondos. Y una de las causas de que
no se recojan es precisamente el fraude fiscal realizado por estos colectivos
citados en el New York Times. El
resultado de su influencia es que el Estado no se atreve a recogerlos. En
realidad, la gran mayoría de investigaciones de fraude fiscal de la Agencia
Tributaria se centra en los autónomos y profesionales liberales, cuyo fraude
fiscal representa -según los técnicos de la Agencia Tributaria del Estado
español- sólo el 8% del fraude fiscal total. Es también conocida la
intervención de autoridades públicas para proteger al Sr. Emilio Botín de las
pesquisas de la propia Agencia Tributaria.
El caso más conocido es la gestión realizada por la ex
vicepresidenta del Gobierno español, la Sra. De la Vega, para interrumpir una
de tales investigaciones. Pero el Sr. Botín no es el único. Como señala el New York Times, hace dos años, César
Alierta, presidente de Telefónica, que estaba siendo investigado, dejó de
estarlo. Como escribe el New York Times
con cierta ironía, "el Tribunal desistió de continuar estudiando el caso
porque, según el juez, ya había pasado demasiado tiempo entre el momento de los
hechos y su presentación al tribunal". Una medida que juega a favor de los
fraudulentos es la ineficacia del Estado así como su temor a realizar la investigación.
Fue nada menos que el presidente del Gobierno español, el Sr. José Mª Aznar,
que en un momento de franqueza admitió que "los ricos no pagan impuestos
en España". Tal tolerancia por parte del Estado con el fraude fiscal de
los súper ricos se justifica con el argumento de que, aún cuando no pagan
impuestos, las consecuencias de ello son limitadas porque son pocos. El fraude
alcanza niveles de frivolidad.
Se ignora la enorme concentración de las rentas y de la propiedad existente en
España, uno de los países donde las desigualdades sociales son mayores y el
impacto redistributivo del Estado es menor. Los 44.000 millones de euros al año
que no se recaudan de los súper ricos por parte del Estado hubieran evitado los
enormes recortes de gasto público social que el Estado español está hoy
realizando.
Pero otra observación que hace el New
York Times sobre el fraude fiscal y la banca es el silencio que existe en
los medios de información sobre tal fraude fiscal. Tal rotativo cita a Salvador
Arancibia, un periodista de temas financieros en Madrid, que trabajó para el
Banco Santander, que señala como causas de este silencio el hecho de que el
Banco Santander gasta mucho dinero en anuncios comerciales, siendo la banca uno
de los sectores más importantes en la financiación de los medios, no sólo
comprando espacio de anuncios comerciales, sino también proveyendo créditos
-aclara Salvador Arancibia- "...medidas de enorme importancia en un
momento como el actual, donde los medios están en una situación financiera muy
delicada". De ahí que tenga que agradecer al diario que se atreva a
publicarlo, porque hoy, artículos como los que publica el New York Times y el mío propio, no tienen fácil publicación en
nuestro país. Es lo que llaman "libertad de prensa". "
Un abrazo,
Prof. Luis Miguel Luna